¡Ya huele a verano! Estas terrazas tan cool de Madrid nos están llamando a gritos (fuente: vanitatis.elconfidencial.com)

Estábamos deseando sentarnos al aire libre, con estrellas, entre vegetación y al fresquito. Esta es una ruta por algunas de las terracitas más tentadoras. Queda inaugurada la temporada. ¡Por fin!

Foto: La terraza del restaurante Dogma, un canto de sirena. (Cortesía)

Nos moríamos de ganas de sentarnos en una terracita a ver la vida y la primavera pasar, mientras el día o la noche caen sobre Madrid. Al aire libre, entre plantas, sobre el tejado -aunque no sea de zinc pero sí muy de cine- y bajo las estrellas. Ha llegado, por fin, la hora del terraceo. Te contamos dónde puedes practicarlo con glamour.

Lúa, una estrella y dos soles

También el tapeo gallego sale a la calle de la mano de Manuel Domínguez y en un marco como Lúa, con guirnaldas de bombillas, luces de vela, cojines de colores, verde que te quiero verde y madera. Todo pensado para que no te quieras ir y estés deseando volver. Aquí, además de los del cielo, hay una estrella Michelin y dos soles Repsol. Y la vajilla, de Sargadelos.

Lúa, una terraza con sabor gallego. (Cortesía)
Lúa, una terraza con sabor gallego. (Cortesía)

Pídete: pulpo a feira como lo hacen los auténticos pulpeiros de Carballino, gazpacho amarillo (ojo al dato), ensaladilla de mariscos, bravas de langostino y una versión líquida de la mítica tarta de Santiago.

Dónde: Eduardo Dato, 5.

Dogma, dos mejor que una

En este restaurante de nombre tan cinematográfico puedes elegir entre dos terrazas. Una para comer (y beber) de manera informal, cócteles al poder, y otra, interior ella, acristalada, ajardinada y más formal, para recibir como se merecen las delicias de su chef ejecutivo, Joaquín Felipe Peira, y ser feliz.

La terraza de Dogma donde te podrás tomar un cóctel. (Cortesía)

La terraza de Dogma donde te podrás tomar un cóctel. (Cortesía)

Pídete: mariscos, pescados a la parrilla y los mejores cortes de vaca rubia gallega en la terraza del restaurante. Y en la otra, que tiene servicio de barra, cócteles de autor, como el Belvedere 2.0 o el Mesoamericano, y picoteo, como ese corazón de tomate rosa con octavillo de anchoas en salazón.

Dónde: Alberto Alcocer, 43.

Azotea de San Antón, más cerca del cielo

En pleno barrio de Chueca, en lo alto del Mercado de San Antón, que ya se sabe que ahora los mercados son lo más de lo más, y con propuestas que la mantienen siempre a la vanguardia, como Ring the Bell. Prepárate, porque de domingo a jueves, cuando oigas sonar una campana, habrá llegado la hora de tomar copas a un precio especial (desde 6 euros). Serás de 17 a 21 horas.

La Azotea del Mercado de San Antón, un clásico de las alturas. (Cortesía)
La Azotea del Mercado de San Antón, un clásico de las alturas. (Cortesía)

Pídete: clásicos como el salmorejo o los ibéricos, o un cooking. O sea, compras los productos frescos en el mercado propiamente dicho y los subes para que te los cocinen (6,50 euros). Además, zumos naturales, cafés, tés y cócteles.

Dónde: Augusto Figueroa, 24B.

Arzábal, tres en uno

Puedes elegir entre los tres territorios en los que se divide el feudo de Álvaro Castellanos e Iván Morales: entre Arzábal Museo, la terraza 365, que se presenta como un oasis en el corazón de la capital y despliega más de 700 metros cuadrados para hacer sitio a la zona de barra, la de mesas bajas y la chill out, más ese cenador acristalado que es de ir sin que te digan ven; Arzábal Retiro, ya un clásico con terraza para todos los días del año, oKirikata, la opción japonesa, con sushiman y sello arzabalero (eso que no falte).

La terraza de Arzábal Museo. (Cortesía)

La terraza de Arzábal Museo. (Cortesía)

Pídete: unas croquetas de boletus, una sartén de huevos de corral con trufa, unas patatas a la importancia con cigalitas, ensalada de tomate 5 variedades… Todo está tan rico.

Dónde: Museo Reina Sofía (Santa Isabel, 52), Menéndez Pelayo, 13 y Doctor Castelo, 2, por este orden.

Ático 11, un jardín entre las nubes

Suena poético pero es tal cual. Literario y literal. La azotea del hotel Iberostar Las Letras Gran Vía (su corazón es la biblioteca) es así: otro oasis en pleno asfalto pero muy lejos de él. Picoteo, cócteles y unas vistas impagables de Madrid en un escenario la mar de veraniego: toldos a rayas, sillas y taburetes azules e hilera de luces. No es un chiringuito en la playa ni esto es Ibiza niTarifa, pero casi. No faltan flores ni el verde y la madera en la planta undécima de este hotel. El atardecer aquí, como en la costa de Cádiz -es un ejemplo-, es obligado.

Un rinconcito del Ático 11, asomado a la Gran Vía. (Cortesía)
Un rinconcito del Ático 11, asomado a la Gran Vía. (Cortesía)

Pídete: una de berberechos, de ensaladilla rusa, de carpaccio de salmón ahumano con alioli o de jamón iberico de bellota.

Dónde: Gran Vía, 11.

The Mint Roof, no esperes a verano

Ya ha inaugurado la temporada la que viene a ser la terraza ‘más fresca’ del foro, con eso de que se llama The Mint y se aloja en el hotel homónimo, de cuatro estrellas y más cerca de estas, en las alturas. Vienen tardes divertidas frente al skyline madrileño. No falta ni el food truck para darte de comer. Y en la Gran Vía.

Intemperie, sofás, food truck y atardeceres en The Mint. (Cortesía)

Intemperie, sofás, food truck y atardeceres en The Mint. (Cortesía)

Pídete: lo mejor del street food, empezando por las hamburguesas, pero también la tapa del día.

Dónde: Gran Vía, 10.

Crustó, no solo pan (pero sobre todo)

Aunque el pan artesanal recién salido del horno sea la estrella, a Crustó también se puede ir a terracear: a la hora del desayuno, a la del brunch o a tomarse una ensalada de esas que ya por sí solas convocan al verano en plena primavera. Todo ello servido en vajilla chic, en un rincón ‘dulce’ con encanto, ambiente cosmopolita y cierta sofisticación chic, muy parisina, y apostando claramente por la vida sana.

Crustó es panadería, pastelería y cafetería. (Cortesía)
Crustó es panadería, pastelería y cafetería. (Cortesía)

Pídete: La Rôtie, con pavo marinado, calabaza y finas láminas de flauta de aceitunas, o la Crustó, con jamón de pato, frutas frescas y focaccia crujiente. Esto va de ensaladas.

Dónde: José Lázaro Galdiano, 6.

Portonovo, con aires atlánticos

La inspiración es atlántica, así que no es de extrañar que con tanta Galicia en sus fogones sople la brisa marina por aquí. Este restaurante es un referente para los gallegos afincados en Madrid y para los amantes de los sabores oceánicos, lo cual incluye su terraza con capacidad para 120 personas, abierta desde junio, que ya está al caer, hasta septiembre y en horario de cena. La rodea una arboleda, hay plantas por doquier, la decoración es de madera y a las sillas con mesas bajas se le suman sofás y lámparas de las que crean ambiente primaveral y hasta veraniego.

La terraza de Portonovo, entre verde. (Cortesía)
La terraza de Portonovo, entre verde. (Cortesía)

Pídete: croquetas de carabinero, salpicón de bogavante, lomo de merluza de pincho al horno, rodaballo salvaje a la gallega y arroces.

Dónde: Aguaron, 7. Aravaca.

Atrapallada, entre albariños y ribeiros

Más galleguismo y atlanticidad y más mar, ahora en un escenario como Atrapallada, que también presume de terraza frente al restaurante. Se pone primaveral para llevar a la mesa mariscos y pescados en elaboraciones de temporada, regadas, como corresponde, con albariños y ribeiros.

En Atrapallada también podrás comer o cenar al aire libre. (Cortesía)
En Atrapallada también podrás comer o cenar al aire libre. (Cortesía)

Pídete: zamburiñas, vieira a la gallega, gamba blanca, pulpo de varias maneras, rodaballo salvaje o chipirones en su tinta, coronados con sus personalísimos helados, de tarta de Santiago, de bica (un bizcocho esponjoso con sabor a mantequilla) y de licor de café.

Dónde: Paseo de las Acacias, 12.

La Lonja del Mar, frente al Palacio Real

De nuevo un trocito marítimo en el Madrid Madrid, nada menos que al resguardo del Teatro y el Palacio Real, en el corazón de la plaza de Oriente. Esta lonja está especializada, por supuesto, en los productos frescos del mar, y la terraza también. Aquí lo que se impone, y con semejantes vistas -incluimos la catedral de la Almudena- es un buen vino o vermú y unas tapas de lo más castizas.

La Lonja del Mar, en plena plaza de Oriente. (Cortesía)
La Lonja del Mar, en plena plaza de Oriente. (Cortesía)

Pídete: gamba roja a la plancha, croquetas estrella de carabinero, ajo blanco marbellí, frituras varias, además de la carne, el pescado y las paellas. De todo hay.

Dónde: Plaza de Oriente, 6.

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